Pero además de esa componente fotográfica muy gratificante, también ha sido un viaje que ha permitido tener una idea bastante adecuada de la realidad del país, en donde la clásica diferencia Norte – Sur, en este caso es Este – Oeste. Un Este relativamente “avanzado” (entre muchísimas comillas), y un Oeste en el que pobreza aparece en cualquier esquina, eso sí, siempre acompañada de una gratificante sonrisa. Desde luego, ese positivismo es un espejo al que mirarse cuando nos enfrentamos a algunos “pequeños” problemas del dia a día de nuestro mundo acomodado.
Si tuviese que elegir alguna sensación de este viaje, me quedo con dos cosas, que con total seguridad recordaré el resto de mi vida:
- El envolvente y apabullantemente intenso canto de los indris a lo largo y ancho de la selva, especialmente cuando esa ola de gritos polifónicamente perfectos llegava, desde la lejanía, hasta las copas de los árboles que teníamos sobre nuestras cabezas.
- La felicidad, sorpresa y ingenuidad de las risas generadas por los niños y niñas malgaches al reconocerse a si y a los suyos en pequeñita pantalla de la cámara.
De momento cuelgo unas pocas fotos de los primeros días de viaje, en la zona del Parque Naciona de Andasibe – Mantadia.
Brown Lemur saltando
Phelsuma
Insecto jirafa
1 comentarios: on "De vuelta de Madagascar"
Un bon resum Borja, jo també recordo especialment la primera vegada que varem sentir els Indrys i les cares de la mainada veient-se per primera vegada a les pantalles de les nostres càmeres.
Salut!!
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