Si bien las aves no eran el motivo principal del viaje, tras 6 días entre osos decidí intentar buscar algún escondite para poder fotografiar algunas aves y básicamente eran dos las opciones: el gallo lira (Tetrao tetrix) o el urogallo (Tetrao urogallus). Hacía tiempo que tenía ganas de fotografiar el gallo lira así que aposté por hacer fotografías de esa especie y pasé dos noches en un “hide” para intentar fotografiar tan curioso animal.
Pero el resultado no fue el esperado, y tuve que conformarme con oírlo al amanecer, verlo de lejos y ver fugazmente un ejemplar de lagópodo escocés (Lagopus lagopus scotica). Eso sí, dos días después, a las 12 del mediodía y camino del aeropuerto, volvimos a ver una hembra de gallo lira sobrevolando muy cerca de nuestro coche.
En cualquier caso, las aves que rondaban por esas tierras eran varias, y alguna que otra especie pude fotografiar. Me hizo especialmente ilusión poder escuchar los intensos y constantes sonidos de los cisnes cantores (Cygnus cygnus) al alba mientras transitaban de lago helado en lago helado. También los zarapitos reales (Numenius arquata) y sus melodiosos cantos poblaban las amplias llanuras en las horas en que el hielo devenía agua. Por su lado, los porrones osculados (Bucephala clangula) surcaban graciosamente las gélidas aguas mientras el sol se acostaba tras el horizonte tiñendo de cálidos colores los retales acuosos de los infinitos lagos helados. Y los pajarillos y sus cantos, como el del colirrojo real (Phoenicurus phoenicurus) recorrián sinuosamente la taiga. Evidentemente, los graciosos carroñeros negros, los amigos cuervos (Corvus corax), despedían el día con todo su recital de infinitos sonidos mientras indicaban a los osos, glotones y lobos, donde estaba la apetitosa cena. Los cuervos y cornejas grises (Corvus cornix) recibían también el día cuando los osos ponían fin a su larga comilona, y podían por fin disfrutar del festín a sus anchas y reponer fuerzas y para luego, como el amigo Steve decía, seguir trabajando en el Energy Conservation Program. Por último, los gansos comunes (Anser anser) fueron también simpáticos y patosos compañeros que como payasos profesionales, eran capaces de dibujar sonrisas...
Así pues, además de los osos, estos días finlandeses he sido muy gratamente acompañado por multitud de aves que en los momentos de soledad, han ido tejiendo inacabables melodías con las que sólo se puede hacer una cosa: disfrutar.
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